Agua que agrede - Agua que sana

Esta obra audiovisual se sumerge en la complejidad del agua, un elemento que trasciende su naturaleza física para convertirse en metáfora de dualidades extremas. Lejos de la visión romántica tradicional, aquí el agua se presenta como un medio ambivalente: capaz de dar vida, pero también de arrebatarla; de purificar, pero también de corromper. El agua es elixir y, al mismo tiempo, fuerza destructiva. Su capacidad de limpiar y sanar contrasta con su potencial de herir, dispersar y borrar memorias, historias y experiencias.

Expongo sus extremos o ausencias
Agua que limpia – Agua que mancha
Agua que agrede – Agua que sana
Agua que da vida - Agua que mata

Exploro el agua en sus múltiples manifestaciones: el granizo que golpea con violencia, el chorro que impacta con fuerza, el torrente que arrasa y devasta. Es un agua que duele, que no consuela, que mancha tanto como limpia. A través de este contraste entre agua que nutre y agua que agrede, se revela su vínculo intrínseco con la vida y la muerte, no como opuestos, sino como partes de un mismo ciclo ineludible. El agua, en su ausencia o exceso, se convierte en un recordatorio de nuestra fragilidad frente a las fuerzas que no podemos controlar.

Esta obra invita a reflexionar sobre el agua más allá de su condición esencial para la existencia. Se trata de un agua cruda, despojada de idealismos, que interpela al espectador desde su potencia simbólica y física. Un agua que no solo fluye, sino que arrastra, golpea y transforma, dejando cicatrices visibles e invisibles, tanto en el paisaje como en la memoria.